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Primera Jornada de Convivencia

17 de Octubre de 2009

Como surgió

Suelo coincidir con Carlos Alvarez Barbao en algunos eventos. Sabéis que Carlos fue un gran director e impulsor de 'Nuestra Prensa'; aquella revista de la APA de nuestro tiempo. Yo me hacía el remolón, como todo aquél a quien se le pide un esfuerzo altruista. Probablemente me venció mi lado entusiasta y nos pusimos a ello.

Las gestiones

En la primera cita, en el mismo colegio, nos encontramos con Carlos Ramos -recordaréis que llevaba la Escuela de Padres-, y que nos fue de una ayuda extraordinaria puesto que, unos días más tarde, apareció con una lista de nombres y teléfonos de la época que -al menos en lo que a padres se refiere-, resultó fundamental. Mirad; la principal y casi única dificultad ha sido encontrar un punto de encuentro con la gente. Algún teléfono no correspondía, otros no había manera de que lo cogiesen, etc,.

Ocurrieron algunas anécdotas simpáticas. Por ejemplo la de una señora que , al preguntarle por el marido y decirle que era para algo relacionado con el colegio por lo que tendría que ingresar 50 euros, me dice de inmediato:

-"¡Mi marido no va!

-Pero bueno, le espeté yo asombrado…, a lo que dijo ella:

-Para ese colegio ya hemos dado muchos cuartos y ¡ni uno más!

Luego, como le explicase que era para una comida, etc, ya se mostró más calmada y se avino a razones, aunque al final no fueron. (Esto viene a cuento del poder femenino en los hogares, pero; ¡mejor será no entrar en ese jardín!)

Confieso que, en algún caso, resultaba algo incluso trágico; algún padre ya había fallecido. En concreto, y con la información que tenemos, éste es el caso de: Florentino Santiago Montes, José Luis Fagúndez, Daniel de Paz, José Ramón Avella

Descansen en Paz.

Os imagináis lo doloroso en esa situación, de hablar con la viuda para invitarles a una fiesta, sin saber de la desgracia acaecida.

También lo planteamos a la dirección del Colegio que publicó nuestra carta en los tablones de anuncios y dispuso de ejemplares en la sala de profesores, en concreto con Enrique Alba y con el secretario Adolfo que incluyó una nota en la página web del centro que él mantiene. Fue más difícil la conexión con los alumnos. En cualquier caso, la idea estaba abierta para todos.

Por último, hablamos con el P. Fidencio, que como creo que ya sabéis-, se encuentra en Madrid. Acogió el tema con gran entusiasmo y -ya a toro pasado-, nos dimos cuenta de que teníamos que haber empezado por él, por la gran cantidad de conexiones que mantiene con la gente.

La Generación Intermedia

Gracias a estas conexiones y aunque de un modo apresurado, conseguí contactar con algunos padres de lo que podríamos llamar generación intermedia. No es que no pudieran ser perfectamente hijos nuestros; -dada la malísima edad que tenemos los demás padres, creo que sí-, pero se trataba de padres con chicos en el colegio ahora mismo.

Primero hablé con Ana. Me hizo gracia -aunque ahora sea lo normal-, que me dijese que pensaba dejar a su marido a cargo de su hija mientras ella asistía a nuestra convivencia. No sólo eso (¡por favor, Ana; es sólo una broma!) , sino que pensaba dejarlo también con el hijo de otra madre en la misma situación…Y yo me pregunto ¿Quién manda aquí?: las de siempre, sólo que en otro entorno que parece serles más favorable, aunque les exija mucho más que en nuestros tiempos.

Tanto a ella como a Montse, otra madre asistente , les pedí que -para evitar un crack en la economía de la empresa organizadora viniesen con los cincuenta euros entre los dientes. Se lo tomó tan a pecho que, nada más asomar con el coche y antes de aparcar, saludar, etc, mostró los cincuenta euros por la ventanilla, como fácilmente podréis comprobar. ¡Qué bien asimiláis los problemas económicos; así da gusto!

Maribel ,-otra mamá de este grupo-,asistió a la misa pero luego tuvo que entrar a trabajar. Fue una pena que José Manuel -otro padre en situación. análoga-, tuviese trabajo y no pudiese venir. Sí tuvo el detalle de pasar a saludarnos, ya en el hotel.

Tomás e Isabel

Todos recordaréis a estos grandes amigos (me refiero a los Széchényi), que tanto hicieron por la APA. Mi llamada resultó ciertamente dolorosa aunque, afortunadamente, no trágica.

La primera vez que hablé con ellos (en Junio, como ya os dije), me mostraron una gran alegría porque les hacía muchísima ilusión reencontrarse con tantos amigos. Una vez mandadas las dos cartas, -ya en Septiembre-, mi sorpresa fue mayúscula. Se puso Isabel y me dijo que ella acababa de superar una dolencia física grave. Pues bien, precisamente ese día de mi llamada, se encontraban ambos en el hospital, donde Tomás estaba ultimando su preparación para una difícil intervención quirúrgica. Verdaderamente el destino se ha cebado con ellos con una dureza grande. Afortunadamente ambos han superado con éxito este trance; pocos días más tarde los visitaba en su casa donde Tomás seguía su recuperación, y el mismo día de nuestro evento fuisteis testigos del sonido de sus voces.

Con el Padre Fidencio

El viernes 16 (el día antes), me encontraba en Proaza con un grupo de visita cultural, cuando recibo la llamada del P. Fidencio. Iba a resultar un poco apurado, pero quedamos en vernos a mi regreso a Oviedo.

Por teléfono reconozco que su voz no había cambiado nada. Su aspecto, cuando lo ví en el Colegio, tampoco; tal vez algo más fuerte que antes, pero nada más.

Tuvimos una charla agradable y sobre todo, concretamos nombres de padres que él me aportó; algunos de los cuales ya me los había avanzado por teléfono unos días antes. Por supuesto que hablamos también de la relación de nombres que conocíamos para mencionar en el Memento de Difuntos de la misa. Al poco tiempo tuve que dejarle porque ya recibía a una de las muchas visitas que tiene cada vez que regresa por estas tierras.

El día D

Para los que me conocen no constituye ninguna sorpresa. En todos los eventos ó, incluso sin evento alguno, -como un breve encuentro por la calle-, suelo sacar muchas fotos. Con esa idea me preparé la mañana del 17. Como quería llevar la cámara de fotos y la videocámara, no tuve más remedio que incorporar una mochila a la espalda, casi como esos escolinos que solemos ver temprano camino del Colegio, aunque no tan cargado como suelen ir ellos.

En el hall del Loyola ya había gente esperando. Mi primera gestión fue con Carlos Ramos, -a quien no agradeceré bastante su ayuda-, para que se encargase de revisar los nombres de los asistentes con la lista que yo tenía. Fue tan eficaz que no me tuve que ocupar en delante de nada de esto. De éste modo pude ocuparme de lleno en las fotos y el vídeo.

De estas cosas no todo el mundo se acuerda (incluso los hay que se molestan), pero sí que las agradecemos -ó echamos de menos según los casos-, cuando se hace y podemos ver fotos y vídeo que nos demuestran que aquello ha existido y que nosotros estábamos allí.

Soy una calamidad para muchas cosas. Mi despiste es proverbial. Lo habréis comprobado con las cartas. Os mandé una segunda carta porque la primera tenía mal el número de cuenta . También lo hice mal porque parecía que me había olvidado de incluir el menú que sí anunciaba. Viene a cuento porque ,-aunque las caras me eran todas conocidas-, de los nombres no podía estar seguro, salvo para los de aquellos con los que tuve un trato más intenso.

Por supuesto que me dio una alegría inmensa poder saludar a tantos amigos al cabo de unos treinta años.

Fueron apareciendo poco a poco y reconozco que me alegró más si cabe ver asomar por la puerta del colegio a Chelo y Medardo.

El tiene una salud delicada y -hasta última hora-, no estaba claro que pudieran asistir. Son de estas personas con las que -tal vez sin saber por qué exactamente-, conectas mejor; ya desde los tiempos de la Escuela de Padres en la que coincidimos en un mismo grupo.

Misa familiar, como los primeros

Recordáis que los primeros cristianos celebraban la eucaristía en pequeños grupo, en sus casas.

Esa fue la sensación que yo tuve durante toda la misa.

Tuvimos la suerte de que viniese Ana, la viuda de nuestro querido compañero José Ramón Avella, que falleció el año pasado.

José Ramón hizo mucho por la APA; era una persona de esas de las que te enorgullece ser amigo.

Alguna vez estuve con él en su despacho de la Delegación de Industria de la Plaza de España, en Oviedo.

Le agradecí que estuviese con nosotros, sintiendo a la vez que no se quedase a la comida. Venía acompañada de su amiga Pilar, cuñada de Ovidio, de Pola de Siero; buen amigo mío y de José Ramón.

Había visto llegar a Argentino. Recordaréis que fue nuestro presidente y, -en consecuencia-, dedicó mucho tiempo y bastantes energías a la Asociación. .

Pero mi alegría fue redonda cuando ví aparecer a casi el resto de su familia; Elvira, su mujer, su hijo Daniel, antiguo alumno del Colegio, aunque algo más joven que el mío, y también Covadonga, la mujer de Daniel

Hace poco estuve hablando con ellos y me han confirmado algo que siempre sospeché, que creo haber descubierto en los otros, pero cuya dulce sensación no he conocido hasta la fecha: la abuelez. A los que la padecen se les forma como una aureola luminosa que ya no les abandona de por vida; por algo será.

Al llegar el momento de la Oración de los Fieles, el P. Fidencio tras las peticiones de rigor, invitó a los asistentes a realizar su propia petición. La primera en arrancarse fue Chelo. Me recordaba mucho la persona que había conocido en la escuela de padres; siempre opinaba sin miedo y con criterio. No es poco. Pidió para que las fuerzas que nos restan (más de las que imaginamos) fuesen empleadas para hacer el bien.

Se produjo un silencio. El celebrante animó de nuevo a los presentes y Kuki -al principio muy bajito-, pidió por lo que casi todos teníamos en la cabeza: nuestros hijos, nuestra familia. Luego, puestos a participar , lo hice yo también con la petición de ser capaces de agradecer todo lo que se nos ha dado hasta ahora, que no es poco.

En la homilía, el P. Fidencio nos habló del sentido de la Eucaristía que celebrábamos como acción de gracias por todas las buenas cosas que en los veinticinco años de él y los diez ó más que la gran mayoría había pasado en el colegio, habíamos recibido.

La madurez, con un mínimo de sentido común, tiene muchas ventajas. Recordaréis que, -en aquellos años-, el P. Fidencio se enrollaba sin ningún miramiento con palabros como la empatía, etc, que tanto le gustan. Ahora no; llegado un momento, contuvo su verborrea con esta frase sencillas y eficaz: 'bueno, voy a cortar porque me estoy enrollando';. ¿No os parece maravilloso?.

El paseo

Os aseguro que lo del día meteorológico no estaba encargado.

Fue a mayor abundamiento; ó como en las transmisiones deportivas, la suerte de los campeones.

Tuvimos así un paseo agradabilísimo de unos quince minutos hasta llegar al hotel.

Bajamos poco a poco hacia la Losa, con tiempo para que Alberto nos hiciera reír empuñando con cierto brío el carro de la basura.

El almuerzo

No me corresponde a mí, como representante de la entidad organizadora juzgar el almuerzo.

En cualquier caso y por si lo queréis saber, lo encontré bastante curioso; espero que os lo haya parecido también a vosotros.

Al ser la primera y pensábamos probablemente única vez, lo organizamos a lo grande, aunque no desde luego a lo grandísimo.

Aquí todo el mérito hay que atribuírselo a Carlinos A. Barbao que realizó casi todas las gestiones de una forma eficaz.

Nos sirvieron un Aperitivo de bienvenida mientras iba acudiendo la gente.

Por fin, pasamos a un salón para nosotros en exclusiva con una mesa abundante.

Esto y un eficaz servicio, -al menos, eso creo-, nos permitió estar a nuestras anchas en todo momento.

Nos colocamos sin ningún orden especial aunque en las cabeceras se encontraban el Dr. Peña, rodeado por dos ex presidentes de la APA (Laureano y Argentino).

Jose Luis Hevia, un responsable durante muchos años de la Agrupación Deportiva (y que tantísimas horas y esfuerzos dedicó) , otro eficacísimo gestor de la Escuela de Padres y mejor colaborador mío en el evento: Carlos Ramos (con su propia esposa, Aurea, por supuesto) y un servidor, para poder colocar ya que la ocasión lo permitía.

En la cabecera opuesta se encontraba nuestro querido Eladio Sierra; probablemente una de las personas que más ha trabajado para la Asociación, de la que fue presidente muchos años.

El ambiente resultó muy agradable. Yo aproveché para -teniendo como creía tener una audiencia condescendiente-, hacer un poco el payaso que es algo que creo se me da.

Por ejemplo no paré de meterme con los bellos tirantes del empresario Laureano (lo hice, desde luego porque Conchita no estaba a su lado).

Verdaderamente daba una imagen como las del tío Gilito, pero en bueno y con tirantes.

Él encajó con soltura los golpes, afortunadamente.

Al final del almuerzo -no sé si sería por el vino ó qué-, los ojos de Argentino se notaban más rasgados que de costumbre…

Por fin, a los postres, tuvimos los brindis de rigor y las palabritas del Dr. Peña, al que se veía exultante, de Eladio cuya intervención venía casi, casi, exigida por el guión y de un servidor que lo llevaba preparado y fui acusado por el P. Fidencio de haberle pisado algunos temas (no creo que fuese para tanto).

Intenté sin ningún éxito explicar el empleo de los cincuenta euros y resulté abucheado por el personal que no quería explicaciones económicas; ¡gracias, amigos!.

Carlos ya había repartido las participaciones de lotería de los cinco euros sobrantes y se encontraba en tal grado de euforia que, por sorpresa, anunció que habíamos celebrado la I Jornada de Convivencia del Colegio Loyola.

También pudimos mal oír las palabras de Tomás e Isabel quienes, desde su casa y a través del móvil y la megafonía del local se unieron de algún modo a todos nosotros.

Con la Colaboración de Carlos Ramos y de Laureano os comunico que el año próximo, -como decía mi padre-, si Dios nos da salud, lo pensamos organizar de modo semejante, aunque buscando soluciones más económicas que la de éste 2009 de nuestras crisis.

¡Os esperamos en Noviembre del 2010!

Espero que no os parezca mal; pero en otros ámbitos de amigos, suelo terminar las crónicas con esta frase:

¡Que os den dos duros!

Imagino que, -en estos tiempos de crisis-, ninguno dirá que no

Pepe

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